La disminución de la presión atmosférica que conlleva el ascenso a las más
elevadas cimas provoca importantes desequilibrios en el metabolismo de los
seres humanos llegando a producir el denominado Mal Agudo de Montaña, de
trágicas consecuencias, en ocasiones.
Una de sus causas es la pérdida del equilibrio entre la permeabilidad e
impermeabilidad de los vasos sanguíneos más finos: los capilares, favoreciendo
el encharcamiento de algunos órganos o tejidos, como suele ocurrir en los
pulmones, el cerebro, las extremidades o la cara.
Y esa permeabilidad está influenciada también por ciertas hormonas, cuyos
niveles son manifiestamente diferentes entre hombres y mujeres.
La pregunta que nos planteamos es si esas diferencias hormonales pudieran
incidir en la capacidad de adaptación a la altitud, y esta es la respuesta que
nos ofrecen los estudios hechos con mujeres no embarazadas publicados por la
UIAA:
.- La incidencia de Edema Cerebral de Altitud es similar entre mujeres y
hombres.
.- Las mujeres padecéis menos casos de Edema Pulmonar de Altitud.
.- Pero presentáis con mayor frecuencia edemas periféricos (cara o
extremidades hinchadas).
Agrupando esos problemas vemos que las mujeres sufrís similar frecuencia de
Mal Agudo de Montaña que los hombres al intentar ascender las más elevadas
cimas.
Luego las diferencias hormonales entre mujeres no embarazadas y hombres no
suponen que ninguno de los géneros tenga una peor capacidad de adaptación a la
altitud.
En la fotografía, de Wikimedia Commons, vemos a Junko Tabei. La primera
mujer en conseguir la cumbre del Everest, en mayo de 1975.