El
año pasado se publicó un buen estudio sobre la influencia del ciclo menstrual,
del uso de anticonceptivos orales, de los tratamientos hormonales
compensatorios y de la menopausia, en la respuesta a la hipoxia.
Para
entendernos, diré que el término hipoxia se refiere a respirar un aire con
menor cantidad de oxígeno que el que tenemos a nivel del mar, cosa que ocurre a
medida que ascendemos altas montañas.
Conozco
personalmente al autor principal del trabajo, Jean-Paul Richalet, y sé que es
un investigador concienzudo, minucioso.
Hasta
el punto de haber analizado más de 1000 mujeres para llegar a sus conclusiones,
que coinciden con las de la UIAA.
Según
ellas, cuando las mujeres respiráis en la atmósfera de las altas montañas,
ventiláis más litros de aire para el mismo esfuerzo durante la fase luteínica,
posterior a la ovulación, que en la fase folicular, durante y poco después del
sangrado menstrual.
Sin
embargo, ese cambio del comportamiento de la respiración, debido al aumento de
la hormona progesterona, no influye en vuestra capacidad para aclimataros a la
altitud.
Comparando
las respuestas respiratorias a la altitud entre mujeres en edad fértil, con y
sin tratamiento de anticonceptivos orales, y mujeres menopaúsicas, con y sin
tratamiento hormonal compensatorio, tampoco se aprecian cambios en la
adaptación a la alta montaña.
Por
el contrario, sí se apreciaron diferencias en cuanto al comportamiento del
ritmo cardiaco durante el esfuerzo en hipoxia.
De hecho,
las mujeres menopaúsicas presentaban menor frecuencia cardiaca que las
fértiles, pero el motivo no parece ser el cambio hormonal, sino la mayor edad
de aquellas.
Por
lo tanto, las mujeres mantenéis un nivel similar de posibilidades de adaptaros
a la altitud al margen de vuestra situación en el ciclo menstrual y de estar en
una edad fértil o haberla superado.
En la
imagen, Edurne Pasaban. La primera mujer en completar los 14 ochomiles, entre
mayo de 2001 y mayo de 2010.
Eskerrik
asko, Edurne, por cedernos la fotografía!